“Todxs somos sexistas en recuperación”
Rosa Clemente
“El desarrollo de la mujer, su libertad, su independencia debe provenir de ella y por si misma… Primero al destacarse a sí misma como personalidad, y no desde un rol sexual. Segundo, al rehusarse a tener hijos a menos que ella quiera, a rehusarse a servir a Dios, al estado, a la sociedad, al marido, a la familia, etc… al hacer su vida más simple, pero más profunda y rica”
Emma Goldman
Mi objetivo principal como activista es aportar a que las mujeres reimaginemos y reaprendamos nuestros cuerpos, de una manera tal que nos sintamos más cómodas habitándolos. O en otras palabras “quiere a tu cuerpo como es”, pero no es tan simple como solo tener la voluntad de hacerlo, porque es complejo imaginarse y construir una relación con nuestros cuerpos distinta, estando al mismo tiempo insertas en una cultura que nos exige un esfuerzo constante de adaptación a un estándar de belleza imposible e inhumano.
Desde mi experiencia personal puedo decir que se requiere tomar perspectiva, reflexionar y dialogar para reevaluar y redefinir nuestra visión de nuestros cuerpos, y crear una nueva que responda a nuestros deseos y mejore nuestro bienestar. Entendiendo que las definiciones culturales que se nos ofrecen no responden a nuestros mejores intereses.
La menstruación es un ejemplo claro de esto, la menarca (primera luna en griego) es una instancia clave donde se alecciona a la joven mujer a guardar silencio sobre un fenómeno que marca la transición hacia la adultez, un momento en que se le enseñan las restricciones de la vida adulta “Ud. ya es grande y no puede jugar como antes”, “ya es una señorita (no es libre de hacer lo que se le da la gana)”, todo esto sin una celebración o un regalo que marque simbólicamente este momento como algo alegre.
Y finalmente se establece una pauta de relación con el cuerpo como algo ajeno, algo que hace cosas desagradables, en que la menstruación se trata como una crisis higiénica y no como un proceso corporal normal. Y se le enseña a la joven mujer a lidiar con su cuerpo desde el consumo.
El “voto de silencio de la menstruación” impide que pensemos en ella y tomemos perspectiva, que nos demos cuenta que la regla se define como suciedad y por ende define a nuestros cuerpos como sucios y que esto afecta nuestra autoestima.
Finalmente este voto de silencio, hace que la devastación ecológica que crea la industria de la higiene femenina pase totalmente desapercibida, y que no conozcamos las alternativas menstruales más amables y ecológicas que existen.
Ilustraciones: Melina Rapiman
http://www.experienciamelina.blogspot.com/
¡Beatriz! bien conciso, nos han encantado tus palabras.
ResponderEliminarDesde nuestro blog también abordamos este tipo de temas:
http://remolinomenstrual.blogspot.com
facebook.com/red.lunaroja
La verdad es que empezó todo desde un lugar que es bastante condenado por las feministas más "clásicas": la autoayuda/el new age... y después comprendimos que es mucho más profundo que eso (sin ser peyorativas, claro), y que repensar el cuerpo comenzando por visibilizar los procesos naturales también es revolucionario.
Saludos desde Argentina.