Por Beatriz Sotomayor
Al entrar a la sala para escuchar la sentencia, el aire se podía cortar con una tijera, era de una calma tiesa y frenética, y extrañamente normal/anormal.
Cuando se leyó la condena por parricidio el padre de Pamela tembló como si hubiera sentido un golpe de corriente, el femicida no se movió nunca, lo vi de perfil y creo que ni pestaño, se veía pequeño, perdido e insignificante, gris e inofensivo, me cuentan que siempre los femicidas se suelen ver así y no se sabe si es pose o están tan perdidos en la autocompasión que pierden centímetros de estatura.
La fiscalía leyó el perfil psicológico del femicida en cuestión, y señalo que tenía una personalidad infantil e inmadura, reprimida y con problemas para manejar la frustración, también enfatizo que frente al crimen cometido el femicida demostraba falta de empatía, frialdad, gran distancia emocional y ningún arrepentimiento.
La defensa por su lado, recito los promedios anuales que obtuvo el femicida desde la escuela básica al liceo (casi todos sobre 6), incluso leyó el contrato de trabajo que este obtuvo en Farmacias Ahumada, también señalo que fruto de una alteración del sueño digna de película clase B el femicida no sería imputable, pues no habría podido discernir sobre sus acciones.
En fin, se pinta una imagen de niño mamón (enfermizamente cercano a la madre), estudioso, responsable, que no gusta de andar “peluseando”, hijo único, consentido, insignificante y “mocito” en la cárcel. Una especie de Nerd de 2ª, torturado por las expectativas que su familia tenía para él y que él no pudo cumplir, pero no hay que perder de vista que dificilmente el tener padres ambiciosos es considerable como maltrato.
En fin, es una tragedia inmensa, Pamela solo tenía 20 años y su marido de la misma edad un buen día le leyó el diario de vida, descubrió que había besado a un tercero, fue a comprar el cuchillo más grande que pudo encontrar y dos días después espero que Pamela se durmiera, para darle uno de los despertares mas pavorosos posibles. Le hizo eso a su primer y único amor, la mujer con la que señalo él que coincidía en todo “música, películas”, con la que hablaba “el mismo idioma”.
Una vez terminada la sesión, en el viaje desde San Bernardo al centro con otras feministas se converso sobre el juicio con otras activistas, y se hablo del desempeño del fiscal en términos similares a los que usarían hinchas del futbol descontentos con el D.T.
Yo particularmente quisiera un/a fiscal como salido/a de La Ley y El Orden, hirviente de pasión y guiado/a por la buena estrategia y dispuesto/a a asar metafóricamente al femicida como un cordero al palo.
En el auto se habla del femicidia, este individuo reprimido, presionado por la familia para ser médico, alguien que no se puede conectar con sus emociones ni expresarlas, y que habría vivido inusualmente pegado a la madre, y que por ahí se podría empezar a entender el estallido de rabia femicida, pero yo no estoy de acuerdo con esta lectura porque siendo psicóloga como soy sé que hay gente 10.000 veces más rara y desadaptada que ni ha matado, ni matara.
Es más la mayoría de las personas que conozco han tenido infancias más terribles y familias más disfuncionales que el femicida en cuestión y como mucho tienen mal caracter y son desconfiados/as.
Sin embargo, comparto la lectura de que la crianza tradicional de los varones enfatiza el reprimir las emociones y negar cualquier tipo de vulnerabilidad emocional -quizás este en particular, muy especialmente-, a la vez que se permiten y/o alientan ciertas “reacciones naturales de los hombres” como la sexualidad promiscua y la violencia, pero el enfoque del niño desadaptado y sobreexigido tiende a soslayar la influencia de la cultura machista imperante donde se transmite por muchas vías y se manifiesta por medio de muchas desigualdades y agresiones que las mujeres serian subordinadas a los hombres y que les pertenecen a estos.
Yo soy del convencimiento de que Pamela Troncoso murió por que su marido sentía que tenía derecho a matarla, pues el femicida nunca ha sido violento en ninguna otra área de su vida, es mas en la cárcel se porta muy bien.
Sin embargo comparto la necesidad de que todas y todos empecemos a criar a nuestros hijos hombres en mejores términos con sus emociones, sin reprimirlos o abrumarlos con nuestras expectativas y enfatizando la equidad, la no violencia y la horizontalidad en sus relaciones.
En conclusión, lo que mato a Pamela fue el machismo. Machismo cultural que se manifiesta entre otras cosas en el imaginario que rodea al crimen pasional y la “idea de vengar el honor”, que conforma una suerte de “permiso cultural” hacia la violencia contra las mujeres, autorización que se confirma en las suaves condenas que reciben los femicidas y violadores.
O sea la mato porque creía que era suya, porque en su cabeza no cupo la idea de que Pamela era una persona aparte, que no debía de pagar con su vida el contrariarlo.
P.D. este es un añadido posterior al artículo.
El femicida fue condenado el lunes siguiente a pagar 10 años y un día, considerando los dos años pasados en la cárcel.
Y releyendo el artículo con otros ojos y conversando con otras que estuvieron allí, veo que escribí el artículo con pasión y arrogancia. Y quiero darle una vuelta de tuerca y establecer que si bien creo que tenía toda la razón (apoyo mi análisis), también estaba totalmente equivocada al interpretar a las otras feministas, no supe ser ecuánime con la emoción del momento y ver que ellas estaban tratando de expresar que el femicida también es una víctima del machismo y a pesar de eso, merece cada día de cárcel y mas, pues cegó una vida de una manera depravada.
Después de todo si Raúl Guerrero no hubiera tenido la estúpida idea de que Pamela Troncoso era de su propiedad, no estaría 10 años en la cárcel, que para un hombre de 20 años es una eternidad, y para un nerd intolerante a la frustración como él, van a ser especialmente dificiles.
Bea. Comparto tu análisis sobre familias disfuncionales, exigentes, que cargan a sus hijos (e hijas) con sus expectativas no realizadas. Esto no explica a un femicida.
ResponderEliminarEn este caso, a lo mejor más que en otros, queda de manifiesto lo fuerte que es la cultura, y como hace su "trabajo" silenciosamente.
Culpar a la madre ó su estilo de crianza, es culpabilizar nuevamente a las mujeres.
El asesinato de mujeres es la expresión extrema de la violencia que vivimos las por el solo hecho de serlo. Las mujeres asesinadas pierden su categoria de personas para convertirse en objeto que pertenece al femicida.
gracias Beatriz por compartir y darnos elementos nuevos para nuestras reflexiones.
ResponderEliminarMuchas gracias Bea por estar allí, por el relato, reflexiones, y la buena pluma con que las compartes,
ResponderEliminares alarmante ver el poco avance en el cambio cultural, cuando este machismo brutal toma cuerpo en un joven de 20 años,
mientras......las politicas de educacion no sexista siguen sin avanzar ni un apice...., y el ministro estrella del gobierno refuerza los estereotipos sobre los que se sostienen aberraciones como estas.