jueves, 6 de mayo de 2010

The Woman-Identified Woman

Rita Mae Brown


La Mujer Identificada Como Mujer

Por RADICALESBIANS

Prologo y Traducción por Beatriz Sotomayor

Prologo

El texto (mas abajo) fue escrito en 1970 respondiendo a una situación particular de exclusión por parte de los movimientos feministas, sin embargo en vez de portar los descargos del momento, fue escrito como una reflexión profunda, amplia y por desgracia fresca y vigente de la situación de las mujeres.

El leerlo hace sentido de tantas situaciones cotidianas, como el chaqueteo y la competencia entre mujeres (no votare a la candidata, se le enferma la guagua y dejará botada a la comuna), los desordenes alimenticios (estoy hecha un chancho), el amor como lo vivimos la mujeres (no me ha llamado!!! o el estoy firme junto a mi hombre, pase lo que pase), el hecho de que el pololear da estatus entre las mujeres (¿porque? porque un hombre te quiere, ¿cómo triste verdad?), el hecho de que cuando una mujer empieza una relación se aísla, las amigas la ven tarde, mal y nunca, y a menudo la amistad se rompen, hasta que la relación se termina y la mujer se ve totalmente aislada, razón por la cual depende aun mas de su pareja masculina, etc.

Historia del Texto[i]

Las autoras se autodenominaron la Amenaza Lavanda el cual era un grupo informal de Feministas Lesbianas Radicales formado para protestar por la exclusión de las lesbianas y de los asuntos lésbicos del movimiento feminista en el Segundo Congreso de Unir a las Mujeres realizado en Nueva York el primero de mayo de 1970. Sus miembros incluyeron a Karla Jay, Rita Mae Brown, Lois Hart, Barbara Love, Ellen Shumsky y Michaela Griffo, y eran miembros en su mayoría del Movimiento de Liberación Gay (GLF siglas en inglés) y la Organización Nacional por las Mujeres (NOW siglas en inglés).

El mito acerca del origen de la frase “Amenaza Lavanda” es que fue usada por primera vez en 1969 por Betty Friedan, presidente de NOW para describir la amenaza que ella creía que las asociaciones con el lesbianismo significaban para NOW y los movimientos feministas emergentes. A Friedan, y a otras feministas heterosexuales les preocupaba que esta asociación fuera un obstáculo en el logro de cambios políticos serios, y que los estereotipo de “marimacha” y “odia-hombres” proveerían una excusa para no tomar en serio al movimiento. Estas inquietudes se materializaron al omitir a las organizaciones lésbicas del Primer Congreso Para Unir a las Mujeres en 1969.

El 15 de marzo de 1970, la feminista heterosexual radical Susan Brownmiller refiriéndose a las declaraciones de Betty Friedan , desecho sus preocupaciones al referirse a la Amenaza Lavanda como una “pista falsa quizás, pero no un peligro”, lo cual enfureció aun mas a las lesbianas. Brownmiller mas tarde señalo que cuando escribió este articulo en el New York Times ella intentaba distanciarse de la homofobia de Friedan de una manera humorística, pero las lesbianas lo interpretaron, especialmente Michaela Griffo, como una “evidencia de la homofobia de Susan o de una homosexualidad en el closet—esto es, ella esta tratando de distanciarse de las lesbianas al insultarnos, porque ellas sintieron que Susan desechaba a las lesbianas como una parte insignificante del movimiento, y a los asuntos lésbicos como distracciones innecesarias de los asuntos realmente importantes.

Segundo Congreso para Unir a las Mujeres

Rita Mae brown sugirió que las feministas radicales lesbianas deberían organizar una acción en respuesta a los comentarios de Brownmiller and Friedan, se decidió atacar en el Segundo Congreso en Nueva York el primero de mayo de 1970, donde notaron que entre las oradoras, no había ninguna abiertamente lesbiana. Decidieron atacar en la apertura del congreso donde confrontarían a las presentes de una manera humorística y no-violenta para crear conciencia acerca de las lesbianas y sus asuntos comopartes vitales del movimiento. Prepararón el manifiesto “The Woman-Identified Woman” e hicieron poleras color lavanda con las palabras “Lavender Menace” en ellas, Karla Jay, describe lo sucedido:

Finalmente, estábamos listas. Cerca de trescientas mujeres llenaban el auditorio…. Justo cuando el primer orador tomo el micrófono, Jesse Falstein, miembro de GLF, y Michaela Griffo apagaron las luces y desconectaron el micrófono. (Ellas habían estado en el lugar el día anterior y sabían exactamente donde estaban los interruptores y como utilizarlos). Estaba sentada en el medio de la audiencia, y podía oír a mis co-conspiradores correr en ambos pasillos laterales. Algunas reían y otras emitían gritos de rebeldía. Michaela y Jesse prendieron las luces, y en ambos pasillos había 17 lesbianas alineadas usando las poleras de la Amenaza Lavanda y sosteniendo los letreros que habíamos hecho. Algunas invitaron a la audiencia a unírseles. M e pare y grite, “!Si, si, hermanas! Estoy cansada de estar en el closet por culpa del movimiento de mujeres”. Para el horror de mi audiencia desabotone mi blusa roja manga larga y me la arranque. Debajo, estaba usando una polera de la Amenaza Lavanda. Hubieron carcajadas mientras me unía a las otras los pasillos. Entonces Rita Mae Brown grito a la audiencia, “¿Quién quiere unírsenos?” “yo, yo” replicaron varias.

Entonces Rita se quito su polera de la amenaza lavanda, de nuevo hubieron gritos ahogados, pero debajo tenía otra polera, más risas, la audiencia estaba de nuestro lado.

Karla Jay, Tales of the Lavender Menace, 143

Después del montaje inicial, las “Amenazas” entregaron copias de “The Woman-Identified Woman” y se tomaron el escenario, donde explicaron cuan enojadas estaban acerca de la exclusión de las lesbianas de la conferencia. Algunas miembros del comité planificador trataron de recuperar el escenario y retornar al programa original, pero se rindieron al enfrentar a las resueltas Amenazas y a la audiencia quienes usaron el abucheo y el aplauso para mostrar su apoyo. El grupo y la audiencia entonces utilizaron el micrófono para realizar discursos espontaneos acerca del lesbianismo en el movimiento feminista y varias participantes en el “ataque” fueron invitadas a hacer talleres al dia siguiente en derechos lésbicos y homofobia. Mujeres heterosexuales y gays se unieron en una danza de todas las mujeres (una herramienta organizacional y social muy usada por GLF).

Consecuencias

El montaje de la “Amenaza Lavanda”, y la publicación de “La Mujer-Identificada Con La Mujer” son recordados como un punto de quiebre en la segunda ola del movimiento feminista, y como un momento fundacional del feminismo lésbico. En la siguiente conferencia nacional de NOW en Septiembre de 1971, los delegados adoptaron una resolución reconociendo al lesbianismo y a los derechos lésbicos como “una preocupación legítima para el feminismo”.

La Mujer Identificada Como Mujer

¿Qué es una lesbiana? Una lesbiana es la rabia de todas las mujeres condensada hasta el punto de la explosión. Ella es la mujer quien, a menudo al comienzo en una edad muy temprana, actúa de acuerdo a su compulsión interna a ser un ser humano más libre y más completo de lo que su sociedad –quizás entonces, pero de seguro después- le piensa permitir. Estas necesidades y acciones, en un periodo de años le traen conflictos dolorosos con gente, situaciones, con las maneras aceptadas de pensar, sentir y actuar, hasta que ella está en un estado de guerra continua con todo lo que la rodea e incluso sí misma. Ella puede ser no totalmente consciente de las implicaciones políticas de lo que para ella empezó como una necesidad personal, pero en algún nivel ella no ha sido capaz de aceptar las limitaciones y la opresión que recaen sobre ella desde el rol más básico de su sociedad - el rol femenino. La confusión que ella experimenta tiende a inducir una culpa proporcional al grado en el que ella siente que no está “a la altura”[ii] de las expectativas sociales, y/o eventualmente la conduce a analizar qué cosas su sociedad más o menos acepta. Ella es forzada a desarrollar su propio patrón de vida, a menudo viviendo gran parte de su vida sola, aprendiendo usualmente mucho más temprano que sus hermanas “normales” (heterosexuales) acerca de la soledad esencial de la vida (la cual el mito del matrimonio obscurece) y acerca de la realidad de las ilusiones. Debido a que ella no puede eliminar la poderosa socialización que viene con el hecho de ser hembra, ella nunca puede verdaderamente encontrar paz consigo misma. Porque ella está atrapada en algún punto entre el aceptar la visión que la sociedad tiene de ella – en tal caso ella no se puede aceptar a sí misma – y el empezar a entender que es lo que esta sociedad sexista le ha hecho a ella y porque le es funcional y necesario a esta sociedad hacerlo. Aquellas entre nosotras que han pasado por este proceso se encuentran a ellas mismas en el otro lado de un viaje tortuoso a través de una noche que puede haber durado décadas. La perspectiva ganada de este viaje, la liberación de sí mismas, la paz interior, el amor verdadero a sí mismas y a todas las otras mujeres, es algo a ser compartido con todas las mujeres - porque todas somos mujeres.

Primero debe entenderse que el lesbianismo, tal como la homosexualidad masculina, son categorías de conducta posibles solo en una sociedad sexista caracterizada por roles sexuales rígidos y dominada por la supremacía masculina. Estos roles sexuales deshumanizan a las mujeres al definirnos como un casta de apoyo/servicio en relación a una casta superior de hombres, y discapacita emocionalmente a los hombres al demandar que ellos se alienen de sus cuerpos y emociones en orden de desempeñar sus funciones económicas/políticas/militares de manera efectiva. La homosexualidad es un subproducto de una manera particular de establecer roles (o patrones de conducta aprobados) en base al sexo; como tal es una categoría inautentica (no en consonancia con la “realidad”). En una sociedad en la cual los hombres no oprimen a las mujeres, y a la expresión sexual se le permite seguir a los sentimientos, las categorías de homosexualidad y heterosexualidad desaparecerían.

Pero el lesbianismo es diferente a la vez de la homosexualidad masculina, y sirve una función distinta en la sociedad. “Dyke o tortillera” es un tipo diferente de “descortesía” que “faggot o maricon”, aunque ambos implican que tú no estás actuando acorde a tu rol sexual asignado… y entonces no como “una mujer verdadera” o “un hombre verdadero”. La reticente admiración existente por la marimacha, y la incomodidad alrededor del afeminado apuntan a la misma cosa: el desdén que se le tiene a las mujeres – o aquellxs que ocupan un rol femenino. Y la inversión en mantener a las mujeres en ese rol desdeñado es muy grande. Lesbiana es una palabra, la etiqueta, la condición que mantiene a las mujeres en su lugar. Cuando una mujer escucha esta palabra ser lanzada en su dirección, ella sabe que esta saliéndose de su lugar. Ella sabe que ha cruzado la frontera terrible de su rol sexual. Ella retrocede, ella protesta, ella reforma sus acciones para ganar aprobación. Lesbiana es una etiqueta inventada por el Hombre para lanzar a cualquier mujer que se atreva a ser su igual, que se atreva a desafiar sus prerrogativas (incluyendo aquella de que todas las mujeres son parte de los medios de intercambio entre los hombres), quienes se atrevan a afirmar la primacía de sus propias necesidades. Tener esta etiqueta aplicada a gente activa en la liberación de las mujeres es solo una de las instancias más recientes en una larga historia; las mujeres mayores recordaran que hace no mucho tiempo, cualquier mujer exitosa e independiente, que no orientaba toda su vida hacia un hombre, escucharía esta palabra. Porque en esta sociedad sexista, para una mujer el ser independiente significa que ella no puede ser una mujer – debe de ser una tortillera. Esto ya debe decirnos en que están las mujeres, dice tan claro como puede ser dicho: mujer y persona son términos contradictorios. Porque una lesbiana no es considerada como “una mujer de verdad” y todavía, en el pensamiento popular solo hay una diferencia entre una lesbiana y las otras mujeres: la orientación sexual – Es decir, cuando tú quitas todo lo accesorio, debes finalmente darte cuenta que la esencia de ser una “mujer” es ser follada por hombres.

“Lesbiana” es una de las categorías sexuales por las cuales los hombres han dividido la humanidad. Mientras todas las mujeres son deshumanizadas como objetos sexuales, como objetos del hombre reciben ciertas compensaciones: identificación con su poder, su ego, su estatus, su protección (de otros hombres), sentirse como una “mujer de verdad”, encontrar aceptación social al cumplir con su rol, etc. ¿Debería una mujer confrontarse a si misma al confrontar a otra mujer?[iii], hay menos racionalizaciones, menos amortiguadores a través de los cuales evitar el horror descarnado de su condición deshumanizada. Aquí encontramos el miedo primordial de muchas mujeres hacia el ser usada como un objeto sexual por una mujer, lo cual no solo no le traerá compensaciones conectadas al macho, sino que le revelara el vacio que es la situación real de las mujeres. Esta deshumanización es expresada cuando una mujer heterosexual sabe que una hermana mujer es una lesbiana; ella comienza a relacionarse con su hermana lesbiana como su objeto sexual potencial, dándole un rol macho sucedáneo a la lesbiana. Esto revela su condicionamiento heterosexual a convertirse a sí misma en un objeto cuando el sexo esta potencialmente involucrado en una relación, y niega a la lesbiana su humanidad completa. Para las mujeres especialmente aquellas en el movimiento (de derechos de mujeres), percibir a sus hermanas lesbianas a través del mapa masculino de definición de roles es aceptar este condicionamiento cultural masculino y oprimir a sus hermanas tanto como ellas mismas han sido oprimidas por los hombres. ¿Vamos a continuar el sistema de clasificación masculina de definir a todas las hembras en relación sexual a otra categoría de gente? Fijar la etiqueta de lesbiana no solo a una mujer que aspira a ser una persona, sino que también aspira a alguna situación de amor real, solidaridad verdadera, primacía real entre mujeres, es una manera primaria de división entre las mujeres: es una condición que mantiene a las mujeres dentro de los confines del rol femenino, y es esta palabra de descredito y espanto la que previene a las mujeres de formar algún vinculo primario, grupo, o asociación entre nosotras.

Las mujeres en el movimiento en la mayoría de los casos han hecho grande esfuerzos para evitar discutir y confrontar el asunto del lesbianismo. Pone a la gente tensa. Son hostiles, evasivas o tratan de incorporarlo dentro de “algún asunto más amplio”. Preferirían no hablar sobre el asunto, y si deben hablarlo, ellas tratan de descartarlo ‘como una pista falsa’[iv]. Pero no es un asunto accesorio, es absolutamente esencial para el éxito y cumplimiento de los movimientos de liberación de mujeres que este tema sea tomado en cuenta. Mientras la etiqueta “tortillera” pueda ser usada para asustar a las mujeres en una posición menos militante, mantenerlas separadas de sus hermanas, previniendo que ellas le den primacía a cualquier otra cosa que los hombres y la familia –entonces hasta ese punto ellas están controladas por la cultura patriarcal. Hasta que las mujeres vean la una en la otra la posibilidad de un compromiso fundamental el que incluye amor sexual, estarán negándose a sí mismas el amor y la valoración que fácilmente dan a los hombres, así afirmando su status de segunda clase. Mientras la aceptación masculina sea primordial – para las mujeres individualmente y para el movimiento como un todo – la palabra lesbiana será usada de manera efectiva contra las mujeres. En el grado que las mujeres quieran solo más privilegios dentro del sistema, no querrán antagonizar el poder masculino. En vez de eso ellas buscaran aceptabilidad para la liberación de las mujeres, y el aspecto más crucial de la aceptabilidad es negar al lesbianismo – es decir negar cualquier desafío fundamental a la base de lo femenino. Debe ser dicho que algunas mujeres más jóvenes y radicales han honestamente empezado a discutir el lesbianismo, pero hasta el momento ha sido fundamentalmente como una “alternativa” sexual a los hombres. Esto es continuar dándole primacía a los hombres, por dos razones, porque la idea de relacionarse más completamente con las mujeres ocurre como una reacción negativa hacia los hombres, y porque la relación lesbiana está siendo caracterizada simplemente por el sexo, lo cual es divisivo y sexista. En un nivel personal y a la vez político, las mujeres podrían retirar energías sexuales y emocionales de los hombres, e idear varias alternativas para estas energías en sus propias vidas. En un nivel político/psicológico diferente, debe ser entendido que es crucial que las mujeres empiecen a desconectarse de patrones de respuestas definidos por los hombres. En la primacía de nuestras propias psiquis debemos eliminar estos patrones de raíz. Porque independientemente de donde nuestro amor y energías sexuales fluyan, si seguimos identificándonos con los hombres en nuestras cabezas, no podemos desarrollar nuestra autonomía como seres humanos.

Pero porque las mujeres se han relacionado a y a través de los hombres? Por virtud de haber sido criadas en una sociedad patriarcal hemos internalizado la definición masculina de nosotras. Esta definición nos consigna a funciones sexuales y familiares, y nos excluye del poder definir y dar forma a nuestras vidas. A cambio de nuestra mentalidad de servicio y por desempeñar las funciones gratuitas de la sociedad, el hombre nos confiere solo una cosa: el estatus de esclava que nos hace legítimas en los ojos de la sociedad en que vivimos. Esto es llamado “femineidad” o “ser una mujer de verdad” en nuestra jerga cultural. Somos autenticas, legitimas, verdaderas en el grado en que seamos propiedad de algún hombre cuyo nombre llevemos. Ser una mujer que no pertenece a ningún hombre es ser invisible, patética, inautentica, irreal. El confirma su imagen de nosotras – de lo que tenemos que ser en orden de ser aceptadas por el – pero no como realmente somos; el confirma nuestra femineidad- como él la define, en relación a él- pero no puede confirmarnos como personas, nuestros sí mismos como absolutos. Mientras seamos dependientes de la cultura masculina para su definición, por su aprobación, no podremos ser libres.

La consecuencia de internalizar este rol es una reserva enorme de odio hacia nosotras mismas. Esto no quiere decir que el auto-odio sea reconocido o aceptado como tal; de hecho la mayoría de las mujeres lo negaría. Puede ser experimentado como malestar con su rol, como sentirse vacía, desconectada, inquieta, como una ansiedad paralizante en el centro de sí misma. Alternativamente, puede ser expresado como una defensa estridente de la gloria y el destino de su rol. Pero existe, a menudo por debajo de los márgenes de su conciencia, envenenando su existencia, manteniéndola alienada de sí misma, de sus propias necesidades, y volviéndola una extraña para las otras mujeres. Ellas tratan de escapar al identificarse con su opresor, viviendo a través de él, ganando estatus e identidad con su ego, su poder, sus logros. Y a través del no identificarse con otros “envases vacios” como ellas mismas. Las mujeres resistirán el relacionarse a todos los niveles con otras mujeres quienes reflejarán su propia opresión, su propio estatus secundario, su propio auto-odio. Pues el confrontar a otra mujer es finalmente confrontar el yo propio-el yo que hemos ido tan lejos para evitarlo. Y en ese espejo sabemos que no podemos realmente respetar y amar aquello en que nos han convertido.

Como la fuente del auto-odio y la falta de un yo real están enraizadas en nuestra identidad dada por los hombres, debemos crear un nuevo sentido del yo. Mientras nos aferremos a la idea de “ser una mujer”, sentiremos algo de conflicto con ese sí misma incipiente, esa sensación de yo, esa sensación de persona completa. Es muy difícil darse cuenta y aceptar que ser “femenina” y ser una persona completa es irreconciliable. Solo las mujeres podemos darnos las unas a las otras una nueva sensación de nosotras mismas. Esa identidad que tenemos que desarrollar con referencia a nosotras mismas, y no en relación a los hombres. Esta conciencia es la fuerza revolucionaria desde la cual todo lo demás seguirá, dado que la nuestra es una revolución orgánica. Por esto debemos estar disponibles y apoyarnos las unas en las otras. Encontrar nuestro compromiso y nuestro amor, dar el soporte emocional necesario para sostener el movimiento. Nuestras energías deben fluir hacia nuestras hermanas, no retroceder hacia nuestros opresores. Mientras el movimiento de liberación de las mujeres trate de liberar a las mujeres sin enfrentarse la estructura heterosexual básica que nos amarra en relaciones uno a uno con nuestros opresores, tremendas energías continuaran fluyendo para mejorar cada relación particular con un hombre, en averiguar cómo obtener mejor sexo, como cambiarle las ideas – tratando de convertirlo en “un hombre nuevo”, en la vana ilusión de que eso nos permitirá ser la “mujer nueva”. Esto obviamente escinde nuestras energías y compromisos, dejándonos incapaces de comprometernos en la construcción de nuevos patrones los cuales nos liberarán.

Es la primacía de las mujeres relacionándose hacia las mujeres, de mujeres creando una nueva conciencia hacia y con las mujeres, lo que está en el corazón del movimiento de liberación y esta a la base de la revolución cultural. Juntas debemos encontrar, reforzar y validar nuestros yos auténticos. Al hacer esto, confirmamos en cada una esa lucha, el sentido incipiente de orgullo y fuerza, la barreras comienzan a derretirse, sentimos como crece la solidaridad entre nuestras hermanas. Nos vemos a nosotras mismas como excelentes e importantes[v], encontramos nuestro centro dentro de nosotras. Vemos que la sensación de alienación está retrocediendo, de estar aisladas, encerradas detrás de una vitrina, de ser incapaces de expresar lo que sabemos esta dentro de nosotras. Sentimos nuestro ser real, sentimos que finalmente estamos coincidiendo con nosotras mismas. Con este ser real, con esta conciencia, empezamos una revolución para terminar con la imposición de todas las identificaciones coercitivas, y lograr una máxima autonomía en la expresión humana.



[i] La parte histórica del prologo, fue tomada del portal LGBT de wikipedia, previa confirmación en paginas independientes de la veracidad de los datos.

[ii] Nota de la traductora: Se tradujo ‘meeting social expectations’ como no estar “a la altura” de las expectativas sociales, las comillas son propias, queriendo reflejar una peculiaridad de la traducción que puede o no mostrar un énfasis dado por los autores.

[iii] Los signos de interrogación, fueron agregados por la traductora para dar mayor inteligibilidad a la frase.

[iv] Se trato de interpretar la frase “lavender herring”, textualmente arenque lavanda, modificación de la expresión “Red Herring” que podría ser entendida como pista falsa, es decir algo que parece ser importante, pero que no lo es y que oculta o desvía la atención de lo crucial en el asunto. Lavender, proviene de la expresión “Lavender Menace” traducida como amenaza lavanda usada en 1969 por Betty Friedan presidenta de NOW (siglas en ingles) Organización Nacional por las mujeres, para dar cuenta de la amenaza que las lesbianas significaban, desde su opinión, para los movimientos de mujeres.

[v] Interpretación de la palabra “prime”.





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