domingo, 1 de agosto de 2010

HOMBRES Y VIOLENCIA DE GÉNERO MÁS ALLÁ DE LOS MALTRATADORES Y DE LOS FACTORES DE RIESGO III

Este Artículo está destinado a reseñar bibliografía disponible en Internet, específicamente esta estupenda publicación, encontrar la segunda parte aquí.


HOMBRES Y VIOLENCIA DE GÉNERO

MÁS ALLÁ DE LOS MALTRATADORES

Y DE LOS FACTORES DE RIESGO

Luis Bonino


La historia de la campaña Lazo Blanco.


Esta Campaña (conocida mundialmente por sus siglas en inglés WRC — White Ribbon campaing—), se creó en 1991 como iniciativa de un grupo de hombres canadienses conmocionados por la llamada Masacre de Montreal.


En esa ciudad, el 6 de diciembre de 1989, se produjo un asesinato de género, conmocionó profundamente a la sociedad canadiense. Ese día, un pistolero solitario, asesinó a 14 mujeres estudiantes de la Escuela Politécnica de Montreal, por el «delito » de ser mujeres.


El asesino, Marc Lépine, de 25 años, entró en una de las salas de clases de la Escuela Politécnica en la cual se encontraban unas 60 personas. Gritando «Quiero aquí sólo a las mujeres», amenazó y ordenó a los aproximadamente 48 hombres presentes a que dejaran el aula, alineó a las nueve jóvenes que allí quedaban y tras gritarles que eran «unas feministas» les disparó. Murieron seis y tres quedaron heridas. Ya había asesinado a una secretaria antes de entrar a esa sala. Luego fue a la cafetería disparando a mansalva y mató a tres jóvenes mujeres. Se dirigió a una segunda sala y asesinó a otras cuatro. Luego se suicidó. Al final de su recorrido, había matado a 14 jóvenes mujeres entre 20 y 31 años.


Él no era estudiante de la Politécnica. Algunos años antes había presentado su solicitud de ingreso a esa Escuela para estudiar ingeniería, pero no había sido aceptado. También había sido rechazado en el ejército. Amante de las películas de guerra, Lépine provenía de una familia en la que había sido golpeado cuando niño por su padre y que luego lo abandonaría, junto a su madre y a su hermana.


La carta que se encontró en uno de sus bolsillos mostraba su pensamiento, modelo de misoginia y de autolegitimidad moral para el ejercicio de la violencia de género y que se resumía en tres ideas. La primera, las mujeres son responsables de los fracasos de los hombres. La segunda, toda mujer que se cruza en el camino de un hombre exitoso merece ser castigada. Y la tercera, las mujeres exitosas han abdicado de su derecho a ser protegidas por un hombre individual o por el género masculino.


El odiaba a las mujeres exitosas y a las mujeres feministas. Las chicas asesinadas representaban las usurpadoras del lugar que él creía suyo y que, en su concepción, no debían ocupar: las mujeres no deben estudiar ingeniería, es un rol de hombres. Si él no había podido entrar a la politécnica era porque alguna mujer, por «culpa de las políticas canadienses de discriminación positiva» lo había desplazado. Su idea obsesiva era que ellas eran el principio y el fin de su infelicidad. Y el 6 de diciembre decidió castigarlas. Así, decía en su carta «Por favor, tomen nota de que si estoy cometiendo suicidio no es por razones económicas sino por razones políticas. He decidido matar a las feministas que han arruinado mi vida…ellas siempre han tenido el talento de irritarme. Quieren mantener las ventajas de ser mujer mientras tratan de arrebatar aquellas de los hombres… Son muy oportunistas, ya que se aprovechan del conocimiento acumulado por el hombre a través de los años. Siempre tratan de subrepresentarlos cada vez que pueden…».


La carta estaba acompañada de una lista de 19 mujeres de Québec que desempeñaban puestos de dirección, o estaban en oficios no tradicionales, como la primera mujer bombera de la provincia y la capitana de policía. Pensaba matarlas a todas. Al final de esta lista, Lèpine escribió: «Estas mujeres morirán aproximadamente hoy. La falta de tiempo (puesto que empecé muy tarde) ha permitido a estas feministas radicales sobrevivir».


La tragedia de Montreal conmocionó profundamente a la sociedad quebequense y canadiense. Ese día, la violencia sexista dejaba de ser un problema exclusivo del movimiento feminista para instalarse en la conciencia de todo el país, convirtiéndose en uno de los primeros casos de feminicidios que salían a la luz pública en América del Norte. Un año después, varios de los hombres sensibilizados por esta masacre — entre ellos Michael Kauffman, investigador experto en estudios de masculinidad y Jack Layton, concejal de Toronto—, decidieron iniciar una campaña de implicación masculina para poner fin a la violencia en contra de las mujeres, convencidos de que era necesario que también los hombres alzaran su voz y rompieran sus silencio asumiendo la responsabilidad de implicarse e implicar a otros hombres en hacer algo para acabar con la violencia masculina.


La campaña se lanzó en 1991 y en ese primer año se distribuyeron cerca de 100 mil lazos blancos a los hombres canadienses, particularmente entre los días 25 de noviembre y el 6 de diciembre, aniversario de la masacre. El lazo con el color de la paz adoptado como símbolo, representa el compromiso público de los hombres que lo portan de no ejercer violencia contra las mujeres, no permitir que otros lo hagan, y no permanecer en silencio frente al problema.


A partir de esa fecha, la campaña se ha seguido realizando todos los años y se ha ido expandiendo internacionalmente Su difusión suele hacerse coincidir con el aniversario de la masacre, aunque también se han aprovechado otras fechas durante estos años para su difusión, tales como el día del padre, el día de la mujer o el día contra la violencia contra las mujeres. Sus propuestas de intervención se han dirigido desde su inicio a incentivar un trabajo educacional comunitario para sensibilizar a los hombres, con el objetivo de romper el silencio masculino en relación a la violencia de género, e implicarlos en la erradicación de la violencia masculina hacia las mujeres


Se ha desarrollado como un movimiento descentralizado, donde quienes participan crean sus propios métodos (cursos, manifestaciones, campañas publicitarias, etc.). Actualmente está presente en más de 35 países de todos los continentes (Estados Unidos, España, Noruega, Brasil, UK, Australia, Namibia, Camboya, Vietnam, Finlandia, Japón, Dinamarca y Suecia, entre otros) y se ha transformado en una Organización no gubernamental que ofrece sus propuestas a quienes lo soliciten, dirigidas especialmente contra la violencia contra las mujeres, pero también contra la violencia masculina sobre otros hombres y los niños y niñas.


En 1999, varias asociaciones de mujeres y hombres en Europa lanzaron, a través del programa Daphne de la UE, la Campaña Europea del Lazo Blanco (eurowrc) que se desarrolló en España, Alemania, Bélgica, Francia, Noruega y Suecia. A ella se han ido sumando estos últimos años otros países, tales como UK, Austria o Finlandia, que en la actualidad siguen proponiendo diferentes actividades durante todo el año.


Una de las características de la Campaña es intentar involucrar a hombres públicos que pongan su voz y presencia en sus actividades Así se ha invitado en todo el mundo a aquellos que por su popularidad o su campo de actividad (deportes, música, cultura) son referentes masculinos que pueden ejercer como líderes de opinión en la transmisión de los mensajes de la campaña.


PARA TERMINAR, LOS HOMBRES SE MANIFIESTAN


Aquí se incluyen extractos de diversas agrupaciones de hombres igualitarios.


Manifiesto del Proyecto Mercurio

Hombres enfrentándose a la violencia contra las mujeres


Cuestionar y modificar el modelo machista tradicional que he recibido y que nos ha enseñado que ser hombre da algún tipo de derecho o autoridad especial sobre las mujeres, y que la única emoción que podemos manifestar sin avergonzarnos es la agresividad. El sexismo conduce a producir daño a las mujeres y además impide a los hombres ser emocionales, empáticos y cuidadosos, deshumanizándonos.

No aprovecharme de mi fuerza, ya sea física, social o de personalidad para imponer mis deseos o descargar tensiones sobre las mujeres. No permitir tampoco, que otros hombres lo hagan.

Manifiesto de los grupos de Andalucía (Jerez, granada, Sevilla)

El silencio nos hace cómplices. HOMBRES CONTRA LA VIOLENCIA.

No más violencia contra las mujeres

La violencia masculina contra las mujeres es de tal magnitud que el silencio hace cómplices a quienes no lo rompen. Cómplices por denegación de auxilio a las víctimas, y cómplices por permitir que quienes maltratan se sientan legitimados por una supuesta superioridad masculina sobre las mujeres, que les permite creerse con el derecho a controlar, educar, corregir y castigar a sus parejas.

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